martes, 1 de noviembre de 2016

Hilda Marcela Reyna Garnica.

Hace algunos años (Invierno por ahí de 1992-1993 mas o menos) teníamos la visita de mis abuelos paternos en casa y mi primo chilanguete, recién había pasado navidad y con ello el desfile de regalos correspondiente, para todos, menos para mi primo precisamente, no es que se haya portado mal o algo así, simple y sencillamente en la ciudad de México donde él y mis abuelos vivían (el todavía vive ahí) se acostumbra a dar los obsequios a los niños hasta el día de reyes (6 de enero) en navidad solo se festeja con comedera y bebidas, en fin un día de peda mas.  Así que él esperaba no recibir obsequio alguno hasta esa fecha y entonces de sorpresa llegaron sus papás unos días antes de lo planeado.  No significaba mucho cambio de planes pero si le significo a mi primo un regalo inesperado, una copia en formato VHS de una de las películas de los Caballeros del Zodiaco, desde luego quisimos verla de inmediato, la memoria me falla y no estoy seguro si realmente la vimos.  Esto parece como un recuerdo inútil o intrascendente y tal vez lo sea, pero es con seguridad la memoria mas antigua que tengo de ella.  Muchas navidades y fin de año juntos, viajes cortos, visitas no planificadas se suman a una interminable lista de recuerdos.  El último de hecho es uno que fue realmente común y a la vez reconfortante, esa imagen donde ella y su entrañable amigo me iban a dejar en la terminal del norte en CDMX para tomar mi autobús a casa fue tan recurrente durante los años de nuestra convivencia que no se me ocurre otro mejor que hubiera querido como gran final.

Era muy fácil quererla por su manera de ser humilde, alegre, divertida, paciente, al ser su sobrino me toco la parte suave de su carácter, ya que la parte severa(si es que la tuvo) se la reservaba para su hijo o para vendedores de patines abusivos.  Mi vida se acomodó de tal manera que cuando sus visitas casi obligadas en Diciembre de todos los años a mi natal Aguascalientes dejaron de suceder, al paso del tiempo se invirtieron los papeles, ahora me tocaba a mí visitar con cierta frecuencia esa casa de buenos recuerdos, travesuras, caídas, regaños, cenas, risas y llantos en Tlalnepantla Edo. de México.  Siempre me hizo sentir como en casa lo cual  no puedo agradecer bastante incluso cuando en lugar de llegar una llegaban 2 o 3 personas mas.

Espero sinceramente que haya tenido a un confidente, para hablar en sus tiempos de tristeza y angustia, a la altura de su persona, yo obviamente no calificaba para esos menesteres, ya que ella siempre nos vio a mi, a mis hermanos y a mis primos como otros tantos hijos de sangre,  dándonos todo lo bueno sin guardarse nada y protegiéndonos aún desde la distancia de todo lo malo...

Quiero creer que gracias a ella (entre algunas otras personas) he aprendido a ser mas tolerante con las personas que no piensan como yo y me arrepiento mucho de que en mi arrogancia y optimismo me convencí de que la volvería a ver con toda certeza y el ultimo recuerdo que le deje de mí tal vez no fue el más grato(aunque conociéndola como lo hice de seguro ni siquiera lo tomó en cuenta), tuve oportunidad de despedirme ya no en persona sino por teléfono y dije lo que había que decir.

Se fue de forma muy inesperada, todos nos preocupamos por su salud pero creo que nadie nos esperábamos este resultado y mucho menos con la rapidez que ocurrió.   Me da orgullo la entereza que mostró para tomar "la decisión" en ese momento crucial (o al menos la forma que nos lo notificó a sus protegidos).  El procedimiento médico fue demasiado, incluso para ella y después de algún tiempo(innecesario desde mi punto de vista) por fin pudo partir. 

Se que no le gustaba que dijera malas palabras pero tomando en cuenta que ya no está (por que esto es básicamente un desahogo para mi) y el hecho de que siempre me hizo "la balona" con casi todo, me voy a permitir lo siguiente:  - Tía era usted una de las mejores personas que habitaban esta tierra y me caga que ya no se encuentre con nosotros-.

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